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ONP calamidad o frustración en pensiones

-la crisis de los sistemas de reparto para las jubilaciones-

Publicado: 2016-07-21

Si pones algo de dinero en un banco como una forma de ahorro, esperarás con seguridad una ganancia o interés por ese esfuerzo financiero. Eliges un banco donde crees que estará seguro el depósito, nunca lo harías en una empresa donde se reduzca o desaparezca tu ahorro.

Pagar por algo, es esperar también algo positivo, no un castigo.

En el sistema nacional de pensiones que administra una empresa estatal llamada Oficina de Normalización Previsional ONP, lo que pagas cada mes de trabajo efectivo ingresa a una cuenta corriente de donde ese mismo dinero pasa de inmediato para pagar las pensiones de medio millón de personas, sea como pensiones de jubilación, viudez, orfandad o invalidez, en montos que van desde los 415 a los 857 soles en el mejor de los casos.

Miles reciben mucho menos o no reciben absolutamente nada, a pesar de haber cotizado o aportado diez, quince o más años. Miles de peruanos que trabajaron durísimo y que tienen 60, 65, 70 o más años, tampoco reciben pensiones de jubilación al extremo que cien mil juicios estarían vigentes por no recibir algo que se esperaba tener.

Los sistemas de reparto hacen eso, repartir de lo que pagan otros, con la esperanza que algún día vengan nuevos aportantes para pagar a los que ya están en la edad de jubilación o tienen beneficiarios con el derecho a una pensión.

Es como una fila larguísima, los del fondo mantienen a los que están en los primeros lugares y los del fondo, esperan que otros se pongan detrás de ellos para que cuando lleguen a la oficina de pagos, éstos paguen lo que van a recibir. 

La ONP es como una pirámide donde la punta es para pocos y la base para cientos de miles que alimentan a unos cuantos.

Pero con el avance de la longevidad -vivimos más que antes- y con la reducción de los nacimientos cada año -menos niños, menos jóvenes, menos trabajadores formales- los cotizantes también resultan siendo menos. Entonces, en un futuro cercano, los que pagan deberán pagar más y los que reciben, recibirán menos.

Una respuesta a este drama es que nos jubilemos más viejos -a los 67, 70 o 75 años- como ya está ocurriendo en Europa. También que se reciban menores pensiones y además, que los que pagan -los jóvenes sobretodo- paguen mucho más.

Esto generará una lucha, una pelea entre generaciones. Los jóvenes podrán rebelarse y negar ese pago hacia otros.

Frente a esa proyección, los sistema privados de pensiones son una respuesta para proteger esos pagos obligados que los administra muy mal el Estado. Se trata de convertir un impuesto en un ahorro que esté regulado y administrado por empresas privadas reguladas por normas transparentes que permitan capitalizar el ahorro, como en un banco, pero para las pensiones.

La ONP entonces no sería una calamidad o frustración, sino un mal recuerdo. Y la parte solidaria, la ayuda en beneficencia estaría dirigida a las personas vulnerables.

Esa es la realidad y todo el discurso contra las cuentas individuales de capitalización carece de fundamento, no se sostiene en ninguna verdad.

El debate ya pasó, las decisiones están esperando.



Escrito por

Ricardo Escudero

Director del Instituto del Ahorro y de ACGA Gobierno Abierto. Opiniones personales.


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