La obsesión de un columnista cuando odia, lo hace salir del espacio de su labor y equilibrio al caer en la violencia de las palabras, en el terreno riesgoso de perder objetividad, transparencia, honorabilidad.

Hace muchos años, cuando la televisión y la radio aún no impactaban con fuerza en la sociedad, el púlpito en las Iglesias era un medio impactante para los fieles y en especial para los temerosos, sean gobernantes o quienes ejercían algún dominio de poder.

Desde la Iglesia se hizo vibrar la mente y el corazón, el ánimo de lucha por la Libertad y también por la Democracia.

Con el paso del tiempo y la acelerada vida que tenemos, desde los medios se difunde la Palabra de Dios y con distintos estilos y formas, las Congregaciones y agrupaciones cristianas y católicas, desarrollan una nueva peregrinación en la Fe.

Esto evidentemente le molesta a algunos y la mejor forma de reprimir o callar los valores, principios y tradiciones de los creyentes es buscar lo que sea para condenarlos, lapidarlos, enterrarlos en vida si es posible.

Es inagotable la lista de odios y el ventilador que los reproduce.

Por ejemplo, el programa radial Diálogos de Fe debe haber aumentado su audiencia unos puntos, gracias a los oyentes extremistas que ven en el Cardenal Cipriani su presa deseada, su objetivo de destrucción a cualquier precio.

La Fe les asusta, dañen entonces al que habla de Fe. Esa es la premisa de los desesperados que promueven imponer ideas, sin promover debates.

La intolerancia se pone en escena todos los fines de semana para saber que dirá Cipriani, cómo lo hará.

Es interesante todo esto, porque así como el Cardenal, son muchos los medios donde distintos curas, pastores o creyentes hablamos de Fe, de política, de fútbol, gastronomía, matrimonio, defensa de la vida, peruanidad.

En cambio debe ser muy triste la vida de quien sólo escribe de odio y de temores, alguien que tuvo momentos dignos seguramente y ahora todo le indigna, en especial lo que dice que no existe. Increíble, reprueban a Dios pero niegan su existencia.

Y es más. Promueven el aborto como -dicen así- derecho sobre el cuerpo de quien lleva una vida por nacer, una vida, no un excremento.

Y de la misma forma condenan el matrimonio, la unión familiar. Está bien, es su derecho a ser infelices de esa forma, aunque se digan llenos de algo así como la felicidad, algo así, a su manera.

Todo está bien para ellos, todo es malo si eres cristiano o católico. Así está el Perú en estos días.

Pues bien, ya estuvo bueno y por mucho rato que los insultos, las ofensas, las calumnias y los agravios se hayan vuelto costumbre contra todo lo que representa el liderazgo en la Fe. 

Es hora de hablar y no de callar, no es la otra mejilla la que debemos poner, sino la fuerza de los Cristianos, la integridad de los creyentes.

Esa es nuestra misión, Diálogos de Fe, fuerza desde la Fe.