Cuando a los trabajadores les cambian las reglas de juego y para eso se inventan una serie de fórmulas que ni los que las proponen las entienden, la sensación es que algo raro debe estar oculto. 

En el Perú, el gobierno nombró una Comisión de Protección Social para proponer reformas económicas al sistema de pensiones, que se divide entre el público –sistema de reparto- y el privado, con las administradoras de fondos de pensiones.

Tuvieron un encargo que cumplir en seis meses y por supuesto, el tiempo no les alcanzó y se extendieron mucho más. Y es que este tema, aunque aburrido, enredado y complejo es poco atractivo en determinados momentos, cuando te das cuenta que se trata de tu dinero, de tus ahorros y de tu sostenibilidad para la vejez, ya es tarde para protestar.

Hoy en día, se les ha ocurrido a los invitados del gobierno, que es mejor inventar la nueva rueda, porque el modelo previsional que se sustenta en las cuentas individuales de capitalización, es chileno y eso, ya es negativo. Además, que la palabra AFP es desmontable y que se debe volver al subsidio y al suicidio previsional, ofreciendo opciones que no tengan evidencias de éxito, con lo cual es menos difícil de decirse que esa propuesta no servirá. Total, los años pasan y si ocurriera algo, se mejorará, para eso el Estado es el amparo populista.

Vayamos a los olvidos, antes que a las candidaturas al premio Nobel que nadie les dará.

La vida se sigue extendiendo, longevidad que le llaman. Entonces, hay que estudiar hasta dónde es prudente ampliar la edad de jubilación, sin perder de vista el hecho que no todos los días de vida laboral haces aportes a tu sistema de pensiones, lo que origina espacios en blanco o lagunas previsionales, que afectan el resultado final de todas maneras y nadie te lo explica.

Unido a ello, la cifra del aporte mensual es importantísimo tenerla en un área de elasticidad creciente, hacia arriba, así te suene impopular escucharlo. Los precios suben, la tecnología encarece el mundo, se necesitan servicios que cuestan y hay que pagar, que tenemos que pagar, como el hogar donde estaremos en la ancianidad, la necesidad de soporte de enfermería o asistencia para caminar, asearnos, vestirnos. Esa es la realidad y la realidad debe proyectarse para que no se haga insostenible su mantenimiento y cuidado. Así, la cantidad que se aporte o ahorre, tiene que ser mayor al porcentaje establecido para todos por igual, siendo todos diferentes. Eso, no se ha analizado, se ha dejado de lado en la propuesta peruana.

Con una sugerencia de pensión mínima universal equivalente a US 50 dólares mensuales, subsidiada por nuestros impuestos, no se puede sobrevivir, tampoco morir. Además, cada vez habrá menos población que pague impuestos, seremos más los viejos que tengamos más necesidades y el presupuesto necesario para pagar esas pensiones mínimas no tendrá de dónde financiarse.

Fíjense, van tres puntos cardinales. Edad de jubilación, monto del aporte mensual y lagunas previsionales. Eso impacta en la cobertura de afiliaciones y en la cobertura de sobrevivencia. Y añado dos más, educación previsional desde el primer día y participación ciudadana en todo momento.

Esta es la primera pantalla de la absurda idea para destruir un sistema de pensiones que puede mejorar, si es que se dejara de lado los complejos y las ideas populistas en el Perú.